Conozco el Museo de Economía desde hace casi diez años que se inauguró, y en aquél entonces fue una grata sorpresa y me quedó el gusto por
regresar varias ocasiones.
En estos días, por cuestiones de trabajo he tenido que ir a su
edificio, pero no he tenido oportunidad de entrar nuevamente a visitar sus salas
interactivas, lo que lamento, porque cada vez que estoy por ahí, escucho a los
grupos de alumnos que salen de la visita y su entusiasmo es contagioso.
Ese estado de ánimo alegre en cualquier
lugar complace o por lo menos te hace voltear a ver qué lo causa, sin embargo esa
alegría en un museo, me anima y en uno de economía, me complace de
sobremanera.
De cada grupo que escucho al salir trato de adivinar ¿Qué fue lo
que más les gustó? ¿Sus talleres de economía y finanzas? ¿Estos temas que el Museo
ha logrado hacer accesibles a todas las personas?
¿Quizá sus exposiciones temporales que nos ubican en el paso del
tiempo por medio de las monedas, los billetes, las transacciones y mercados?
Probablemente la ubicación que logran en cada uno de nosotros al
mostrarnos el comportamiento humano –el cual es el que desarrolla la economía--
y todos los elementos que la influyen y alteran nuestra forma de vida.
¿Su simulador del mercado? ¿Los tesoros de la colección
numismática? ¿La fábrica de billetes? ¿Los juegos que nos explican la oferta y
la demanda, o la inflación en mi propio bolsillo? ¿La relación entre naturaleza, economía y sociedad? ¿O su maravilloso patio?
Quizá en algún momento me anime a preguntarles directamente para satisfacer mi curiosidad, pero prefiero regresar a disfrutar nuevamente este museo único en el mundo, y sea yo una más de las personas que salen del museo en un estado tan alegre que lo contagie a quienes me escuchen o me lean.
¿Conoces este Museo? acércate a conocerlo o regresa a disfrutarlo.
Saludos a todos.